Infected Empires. Decolonizing Zombies

Sección: Reseña
Sobre los autores:

Reseña a: Saldarriaga, P. y Manini, E. (2022). Infected Empires. Decolonizing Zombies. Rutgers University Press


El título de la obra propone una combinación de suposiciones que se desmontarán, analítica y filosóficamente, a lo largo de los cinco capítulos que la componen. Por un lado, asume que los diversos imperios en que vivimos, en sus múltiples manifestaciones, padecen una condición omnipresente y nociva: el colonialismo; por otro, que el zombie es una representación de la resistencia ante esta infección. El corpus que apoya la investigación consigna 101 obras que abordan el asunto zombie en todo el planeta: África, Asia, Europa, Reino Unido, Latinoamérica, Caribe, Medio Oriente, Norteamérica y Oceanía.

La propuesta de la investigación es analizar las relaciones de poder tensadas desde las instituciones tradicionalmente imperiales: la iglesia, el estado, el comercio y cómo han ido permeando una condición de otro a todo aquello que no resulte benéfico o económicamente rentable para el capitalismo, que en sintonía con el ambiente del zombie, se suscribe en el ensayo como gore. La colonialidad es el resultado de patrones de poder añejos que siguen funcionando en la actualidad. Estos sistemas de poder lo infectan todo a través de narrativas más o menos explícitas, que siempre están presentes en una película de zombies: nación, género, discapacidad, naturaleza, por mencionar algunas.

El recorrido por las obras analizadas construye una genealogía zombie como una forma de ser, estar y resistir la propagación del colonialismo de la imaginación, por lo tanto, las narrativas cinematográficas donde aparece pueden ser leídas como declaraciones de inconformidad con el estado de las cosas. Si dentro de la cinta el zombie resiste los embates de algo, afuera, la película también resiste el coloniaje de otros géneros de entretenimiento. Así, el estudio plantea que las cintas de zombis en su “clasificación B” conservan claves críticas que es necesario recuperar.

Las autoras proponen que el zombie es tanto un personaje, un estado existencial y un género narrativo que debe ser abordado desde la interseccionalidad, la ironía y el humor.

El capítulo 1, “What Is a Zombie?”, responde la pregunta analizando la noción de lo vivo, lo muerto y lo liminar. Es tanto una persona, un cuerpo, una cosa, un otro. En la intersección entre cuerpo/alma/cosa está una clave para problematizar la definición. El análisis recurre desde el debate de Valladolid, sostenido por Las Casas y Sepúlveda entre 1550 y 1551, pasando por Baruch Spinoza, hasta las consecuencias recientes del Covid19, para trazar la continuidad de las definiciones que los sistemas de poder han dado siempre del otro a quien quieren someter.

El zombie es la posibilidad de imaginar un ser más fuerte que la muerte, que desconcierta, atemoriza y llama a su persecución. El capítulo analiza zombies epicúreos, sin alma, colectivos, alegóricos, políticos, necrosado, hambrientos, explotados, muerto viviente, siempre en evolución. Su figura es ya un ejemplo de interseccionalidad y su estudio nos facultaría para averiguar qué sigue, qué futuro nos depara, porque un zombie es un tipo de espejo distorsionado en el que podemos vernos reflejados todos.

El capítulo 2, “Mutilete the State! Nation, Race, Power”, afirma que, desde su aparición en el Caribe como parte del folclore haitiano, el zombie es un reflejo de la brutalidad de la vida de los esclavos. Y esa condición es una lectura válida hoy día: detrás de cada representación zombie hay una crítica a un poder que sujeta. El capítulo abunda en estudio de los temas que provocaron la creación del mito del zombie: imperialismo, explotación, desbalance de poder, identidad nacional y racial, entre otras. Su presencia -necesaria para explotar recursos, pero indeseable y repulsiva- es una amenaza para el orden y la razón. Y deja ver que lo irracional no es la criatura zombie, sino el sistema de explotación que la produce.

También se demuestra que la aparente sumisión esconde una forma de rebeldía: el poder de autodestrucción. La biopolítica de Foucault y la necropolítica de Mbembe, entre otros conceptos, apoyan la exposición de la complejidad social de la figura del muerto viviente en el cine. ¿Es posible controlar los cuerpos más allá de la vida? Diferente al vampiro, el zombie promete más hallazgos sobre los límites del control que coloniza los cuerpos según la etnia, la frontera o la economía de la muerte.

El capítulo 3, “Devouring Capitalism”, traza una genealogía entre el canibalismo imputado a los habitantes del Nuevo Mundo hasta las actuales formas de consumo de recursos naturales. La precarización de la existencia, la inequidad en el disfrute de todo aquello que permite la vida, son parte del entorno de la sobrevivencia. ¿Qué significa que los muertos vivientes quieran prevalecer o sobrevivir? La paradoja se despeja recurriendo a una visión del neoliberalismo, la pauperización del empleo y las condiciones de salud, esperanza de vida, acceso a recursos, sin alejarse nunca del tema central: cómo resistir el poder imaginando otras posibilidades de vivir por encima o por debajo de los criterios económico. El comercio ha producido espacios como los centros habitacionales o comerciales que son las ruinas modernas ocupadas por figuras que no pueden ser atraídos a la idea de comprar o de acudir a donde antes lo hacían. ¿Qué ansia o hambre los mueve? ¿Qué objetos o posesiones podrán saciarlos? La economía del consumo produce zombies.

El cuarto capítulo -“Bodies That Splatter: Queering and Cripping Zombies”- explora las diversas maneras en que se ha utilizado el personaje zombie para representar poblaciones como lo Otro por raza, nacionalidad o capacidad económica. Propone ver la descomposición del cuerpo como un índice de la alienación que sufren los cuerpos queer o discapacitados. La conexión se establece criticando la noción de normalidad, de lo natural, lo bueno, lo productivo.

Si antes se mencionó la relación entre el consumo y la pérdida de la conciencia, en este apartado se profundiza en el capacitismo, la salud, la juventud, la apariencia como formas de sujeción de la imaginación. El cuerpo del zombie representado en las diversas formas pone en primer plano el cuerpo como territorio del poder colonial, que abarca también el uso y división del tiempo productivo o el desperdiciado. Hay también una propuesta de lectura del cuerpo del zombie como una representación de las heridas del cuerpo del heteropatriarcado. La corporalidad queer problematiza el deseo como organizador de la sexualidad que controla los cuerpos. ¿Está el cuerpo zombie más allá del género como construcción social?

“Of Matter, Dust and Earth”, capítulo cinco, aborda la relación del ecofeminismo, el ecofacismo y la construcción de las políticas de preservación de recursos naturales que excluyen a las mayorías del medio ambiente que pretenden conservar. El zombi está en estrecha relación con la naturaleza, pero nunca en armonía con ella. La situación del mundo posterior al apocalipsis, el fin del mundo antes que el fin del capitalismo, la sobrevivencia, la inmunidad como privilegio económico, son algunos de los asuntos centrales con los que el zombie como creación cuestiona la noción de lo humano en un medio “natural”.

La conclusión aborda temas como la fragilidad del medio ambiente, la potencialidad de una infección que acabe con todo, la idea de migrar a otras partes del planeta para estar a salvo. Propone que el tema del zombie debe seguirse estudiando, pues cada época produce sus propios miedos e inventa formas ficcionales para tratar de conjurarlos.

La extensa bibliografía sobre el tema y la filmografía son unas de las muchas aportaciones del volumen para el estudio de las representaciones ficcionales como modos de leer el mundo contemporáneo.

Historial:
  • » Recibido: 09/11/2022
  • » Aceptado: 12/12/2022
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