El periodismo salvadoreño de posguerra: Auge y consolidación de la prensa digital
Virtualis. Revista de cultura digital
Tecnológico de Monterrey, Dirección de Investigación de la Escuela de Humanidades y EducaciónEl objetivo de este artículo es describir desde un método histórico, cómo nacieron algunos medios digitales de corte investigativo en El Salvador de la posguerra. Se evidencia el modelo de financiamiento que utilizan y que se aleja del tradicional binomio publicidad comercial y propagada del Estado que caracterizó a los medios salvadoreños por casi 100 años. A nivel teórico se toman en cuenta las nociones del periodismo en su rol de actor político, la profesionalización del periodismo y el periodismo de investigación. Se utiliza una metodología histórico-estructural, a través del contraste de fuentes primarias y secundarias para mostrar mediaciones de tipo histórico, estructural, tecnológico y económico. Se concluye que los efectos de la concentración mediática y la falta de autonomía en los medios tradicionales dieron como resultado un periodismo digital de tipo independiente que intenta ganar un espacio en el discurso público.

			Las políticas económicas, la modernización del Estado1 y el periodismo actual, no pueden pensarse sin los doce años de guerra civil2. Si hasta los años setenta, el periodismo salvadoreño se caracterizó por periodistas empíricos, la coyuntura del conflicto armado propició que esto se transformara en un periodismo más profesional (Herrera, 1998).

			La mayor parte de la prensa salvadoreña fue fundada como empresas mediáticas y no como un periodismo comprometido con las causas políticas y sociales. Si bien el modelo comercial no es lo que determina el rol de servicio social de un medio, sí lo son las relaciones y controles políticos y económicos que se ejercen sobre los medios. Por lo tanto, esos controles políticos y económicos se manifestaron en una censura de la realidad. Cuando la guerra civil comenzó, hablar de noticias era hablar de temáticas sociales y comerciales: bodas, cumpleaños, lanzamientos de nuevos negocios. No se informaba sobre el conflicto que hacía años se estaba gestando; en parte por miedo a represalias por parte del gobierno y segundo, porque los tres grandes periódicos de la época eran propiedad de familias que apoyaban al gobierno militar (Rockwell y Janus, 2003), y por eso que se dice que los medios no tenían como fundamento principal el rol de servicio social.

			Esto contribuyó a que se originara una oposición política que transmitiera sus consignas e información a través de publicaciones de la Iglesia católica y las imprentas clandestinas. El contenido de los diarios de mayor circulación era publicidad, noticias deportivas, secciones de entretenimiento y menos noticias sociales y políticas 'La razón de ello es que pertenecían a capital privado y sus propietarios respondían directa o indirectamente a los intereses de la clase económica alta' (Herrera, 1998, p. 2).

			Durante los primeros años del conflicto armado, el ejército atacaba a los medios de comunicación y los etiquetaba como ayudantes de la oposición y algunos periodistas fueron perseguidos por los escuadrones de la muerte y por los militares. Si bien, hubo una rica historia con relación a estaciones de radio y publicaciones clandestinas, el gobierno central se enfocó en cerrar periódicos que no lo respaldaban totalmente: arrestaron periodistas y asesinaron a editores y colaboradores (Cortina Orero, 2017; Rockwell y Janus, 2003; Wolf, 2019).

			A principios de los noventa, El Salvador se caracterizó por cambios estructurales desde lo social, económico, político y en los medios de comunicación. Surgieron nuevas economías vinculadas con la tecnología y la modernización3, las élites reconvirtieron sus estrategias hacia un corte neoliberal respaldados por los gobiernos, y los grupos de poder económico comenzaron a tener influencia en los partidos políticos en el poder y en los medios de comunicación (Pérez, 2018).

			Este sería uno de los inicios del corporativismo mediático en El Salvador, referido en este caso a la prensa, que ha mantenido un sistema de relación con los poderes económicos y políticos, lo que llevaría a que se hablara de un sistema mediático oligárquico, conservador y altamente concentrado, algo que para Becerra y Mastrini (2009) no solo sucede en El Salvador, sino en toda Centroamérica.

		El debate sobre los medios en América Latina coincide en el punto central de que no existe un sistema de medios homogéneo en ninguno de los países y, en gran medida, esto se debe a razones como la disparidad en el desarrollo histórico de las naciones, los sistemas económicos y las instituciones políticas. La prensa y el periodismo en Centroamérica solo se pueden comprender en sus interrelaciones con las empresas mediáticas, el poder gubernamental y la naciente sociedad civil.

			No se ha logrado una definición única que englobe lo que es el periodismo, los únicos intentos que han tenido sus frutos son los que permiten captar la forma de por qué los medios periodísticos no son exactamente lo mismo que los medios de comunicación social o de masa, aunque estos convergen en las mismas plataformas. El periodismo profesional ya no implica decidir qué es lo que debe o no saber el ciudadano, sino ayudarle a poner en orden la información que existe: su rol ha pasado de ser productor de noticias a ser un curador y validador de la información que se encuentra disponible (González y Echeverría, 2022).

			Por tanto, uno de los pilares del profesionalismo es el ejercicio del rigor periodístico que consiste en la verificación de la información para comprobar qué es fiable y qué no; además, en ese ejercicio se ordenará de tal manera que los ciudadanos la entiendan (Lotero, Romero y Pérez, 2018; Kovach y Rosentiel, 2012).

			Hallin y Mancini (2004) lograron determinar que la profesionalización está conformada por tres factores: la autonomía, que es la medida en que los periodistas pueden controlar su propio trabajo; normas profesionales, que son un conjunto de rutinas compartidas y aceptadas por el gremio, y, orientación al servicio público, que implica un rol de servir a la ciudadanía. Y en cuanto a los roles, existen un mínimo de dos categorías sobre la posición de los medios en relación con la política: lapdog, traducida como 'perro faldero' y watchdog o 'perro guardián' que hace alusión al rol de accountability o control de los medios sobre la política (Waisbord, 2009).

			En este terreno de disputa del discurso público, el periodismo vigilante o watchdog consiste en monitorear a los actores del poder, especialmente si se trata de vigilar a los políticos o empresarios y es la base de un modelo que incluye los principios de precisión y control de los actores (Amado, 2017). De esa manera, el periodismo bajo este modelo, se caracteriza como contralor de la cosa pública que depende en gran medida de las relaciones que mantienen con las instituciones democráticas que funcionan como objeto de investigación, proveedoras de información y ejecutoras de políticas públicas.

			Un último elemento para tener en cuenta y que también se relaciona con el objeto empírico de estudio es la noción de periodismo de investigación en este caso se toman algunas definiciones. Algunos autores dicen que hay una estrecha relación entre la noción de periodismo de investigación y el rol de vigilancia, debido a que define la primera como un periodismo que denuncia actos de corrupción y abusos de poder: que descubren aquello que se resiste a ser revelado y llena los vacíos que deja la nota informativa. Es decir, que esta definición une una noción de género periodístico con un rol (Kelin, 2001; Sorj, 2010).

			Waisbord (2001) hace una definición más acotada al respecto, el periodismo de investigación se define como aquel que publica información de interés público que el periodista ha buscado a través de las instituciones de acceso a información pública y por lo tanto no son filtraciones. Se trata, por tanto, de un ejercicio de estudio y de contraste de información para lograr artículos bien documentados y, en especial, cuando se revelan datos sobre abusos de poder o delitos perpetrados por las autoridades y por lo tanto es un 'mecanismo valioso para vigilar el desempeño de las instituciones democráticas' (parr. 7). Nuevamente hay una estrecha relación entre el género y el rol.

			El periodismo de investigación tiene como propósito sacar a la luz la información que ha estado oculta de forma casual o deliberada y, por lo tanto, su tarea es vigilar (Parra, 2017; Salaverría y Negredo, 2008; Sabés y Verón, 2012). Para Martínez y Durantez (2019) el periodismo de investigación no solo obtiene pruebas, sino que motiva a que los causantes rompan el silencio y se vean forzados a declarar.

			El periodismo, al ser una institución social que en cierta medida pretende ser un sistema de acción, tiene una función importante dentro de la sociedad, es decir, contribuye a la democracia. Sin periodismo no hay democracia, aunque no es el único factor determinante. El periodismo de investigación debería considerarse, entonces, como un elemento importante que contribuye al ejercicio de un gobierno democrático, como un medio para limitar el margen de maniobra de funcionarios y propiciar un equilibrio de poderes (Muraro, 1997; Waisbord, 2001).

		En algunos países, Internet ha propiciado que las plataformas digitales sean los principales canales de información y como explican Islas, Gutiérrez y Arribas (2018) los medios informativos se han desplazado a un segundo plano. El proceso de paso de una sociedad mediatizada hacia una hipermediatizada en la que los medios de comunicación ya no son los únicos, sino que conviven con Internet, ha afectado al periodismo y como consecuencia se ha vuelto más complejo que nunca.

			Las tecnologías desafían una de las verdades más fundamentales de la profesión: el periodista profesional ya no es, por sí solo, el que determina lo que el público ve, oye y lee sobre el mundo (Deuze, 2005). El debate no solo debe enfocarse en que el periodista multimedia tiene que aprender a tomar decisiones basadas en las plataformas y en las relaciones con la digitalidad, sino que el análisis puede dirigirse hacia la facultad de Internet de abrir el espacio para la proliferación de medios digitales y eso repercute en lo que significan medios periodísticos. Esto puede provocar que se piense que ahora, cualquier cosa podría pasar por periodismo (Kovach y Rosentiel, 2012).

			La descripción de este estudio de caso, que busca ser una reconstrucción articulada, mostrará las categorías analíticas que plantea el análisis histórico-estructural para estudiar los medios como fenómenos sociales. La descripción histórica de los medios que se encontrarán más adelante en el texto, toma en cuenta las interacciones mediadoras que rodean a los mismos medios y cómo estas estructuras no son invariantes, sino que se transforman continuamente (Sánchez-Ruiz, 1992).

			El análisis histórico-estructural que plantea Sánchez-Ruiz (1992) propone, entre otro gran número de elementos, un mínimo de dos presupuestos básicos para estudiar los procesos históricos, sociales e institucionales que determinan a los medios. El primero es que los medios pueden ser analizados desde diferentes niveles debido a ese complejo nexo con múltiples dimensiones; el segundo es que, si bien hay muchas maneras para entender el funcionamiento de los medios, el sociológico constituye por excelencia el mejor de ellos debido a que 'es totalizante pero no cree en el totalitarismo explicativo de una sola aproximación' (p. 68), por lo tanto, el texto que se lee aquí, es solamente una visión desde dónde se describe el surgimiento y consolidación de estos medios digitales, pudiendo haber otras visiones y posicionamientos posibles para su estudio.

			En El Salvador existen al menos 41 medios nativos digitales que crean noticias y que no son replicadores, es decir, que producen su propio contenido con al menos un periodista. De esos 41 medios, 33 son de tipo privado, tres son de tipo non profit y cinco son de tipo grant o crowfounding.4

			Hablar de medios digitales en El Salvador implica no solo su cuantificación, sino un mínimo de tres situaciones: por un lado, los medios nativos digitales que nacieron desde una bandera de independencia de los poderes políticos y económicos y que han fundamentado su trabajo en la investigación periodística a profundidad; segundo, los medios nativos digitales que se han creado como aparatos de desinformación y de marketing político para atacar a sus opositores o bien, enaltecer el trabajo gubernamental, y una tercera área, podría aventurarse a pensarla como medios nativos digitales que tienen como base la nota informativa y no el periodismo a profundidad, pero que tampoco están alineados al poder político, sino, más bien funcionan, como el modelo tradicional de empresa mediática financiada por la publicidad.

			Siguiendo las categorías metodológicas de Sánchez-Ruiz (1992) para el análisis histórico-estructural, se apuntan algunos elementos que justifican la elección de los medios nativos digitales descritos. Desde un nivel de análisis se trata de una escala local-nacional, específicamente el centro del país que es donde están registrados estos medios.5 La temporalidad se toma en cuenta a partir de 1998 que es cuando nace el primer medio digital y hasta el 2021 que es cuando se hace el cierre del listado de medios que se ha utilizado para este texto.

			Desde una categoría de dimensión, se trata de un aspecto particular porque solo se describen a profundidad cinco medios digitales que entre ellos representan características comunes en cuanto a su financiamiento, su forma de trabajar, el ideal que los mueve, el rol periodístico que desempeñan y las agresiones que han recibido por parte del gobierno de Nayib Bukele. El enfoque parte de un estudio de casos situado entre dos grandes vertientes del estudio de la comunicación: la economía política, debido a la tradición corporativista mediática de la sociedad salvadoreña y cómo se da un cambio a otro tipo de financiamiento, y, por otro, desde la sociología del periodismo que, para este caso, toma en cuenta una forma particular de hacer periodismo desde la noción de investigación y no, de la tradicional nota informativa.

			De esa manera se toman en cuenta cinco medios digitales que son de alcance internacional, pero radicados a nivel local, y que siguen un modelo de financiamiento de tipo híbrido, pero su ingreso más fuerte proviene de grants o crowfoundings por lo que no se consideran dentro del modelo comercial tradicional. Este tipo de financiamiento ha permitido desarrollar lo que se conoce como el rol watchdog a través de reportajes, crónicas e investigaciones periodísticas.

			La composición de este corpus responde y está íntimamente ligada a la sección teórica y a los criterios de pertinencia para el análisis histórico-estructural de la prensa salvadoreña, es una aproximación dialéctica en el estudio de las Ciencias Sociales. Como explica Sánchez-Ruiz (1992) este enfoque surgió con el fin de estudiar los procesos de desarrollo capitalista y cambio social, teniendo en cuenta que el devenir histórico no solo es una agregación lineal de acontecimientos, sino que son múltiples interacciones entre subsistemas.

			Esto se comprueba a través de la descripción del auge y consolidación de los medios digitales aquí citados, en donde se dejan ver las articulaciones de la prensa con la estructura social, política, económica y cultural de El Salvador, que se relaciona con las siete mediaciones que propone Sánchez-Ruiz (1992) en su análisis.6 Dichas mediaciones están presentes en todos los medios descritos, más no de la misma manera, o hay leves diferencias y particularidades.

			Lo que no pretende este texto, es ser un análisis de contenido o de discurso de notas periodísticas, sino más bien, se trata de la recuperación y sistematización de fuentes primarias y secundarias que permiten entender cómo surgieron estos medios y la importancia que han tenido sus publicaciones para la realidad salvadoreña. Por esa razón, se toma una perspectiva desde lo que algunos investigadores han llamado 'la historia del tiempo presente' (Bédarida, 1998; Bustillo, 1983; Fazio, 2010, 2018; Sauvage, 1998) y que constituye un importante elemento para debatir en torno a las interacciones que se dan entre pasado y presente de los fenómenos sociales y responder a la demanda actual de crear marcos teóricos que expliquen el curso de las cosas que aún se viven.

			Si bien, la autora no desea entrar en la discusión sobre la marginalidad que ha tenido el presente dentro de los historiadores, ni adentrarse completamente en la historiografía, debido a que no es su campo principal de estudio, reconoce que usar los recursos históricos permite una visión transdisciplinar tan necesaria en el análisis histórico-estructural debido a que el hecho histórico no es una realidad fija, sino más bien es una realidad que se construye. También, ayuda a situar la comprensión del fenómeno desde una condición temporal. El contexto previo que se realizó al inicio del presente trabajo muestra dichos escenarios que propiciaron las condiciones específicas para que naciera este grupo de medios nativos digitales de corte investigativo.

			Siguiendo esta línea, el análisis de la prensa desde una perspectiva diacrónica tiene dos modalidades, el periódico como objeto de estudio en sí mismo y los textos de la prensa como fuente de conocimiento para reconstruir la historia (Del Palacio, 2006; Ramos, 2017). En el caso particular de este estudio se toma la primera de las ramas, ya que cada medio nativo digital aquí descrito, se examina desde sus características propias: secciones, propietarios, modalidad de financiamiento, además, porque el periódico se convierte en un actor político dentro de la historia al ser un soporte clave de las condiciones de ideología y de las condiciones cronológicas y espaciales de fenómenos sociales, políticos, culturales, educativos y económicos (Eiroa, 2014).

		En los años noventa se da una reconfiguración social y política en El Salvador, posterior a la firma de los acuerdos de paz, que repercute también en el sistema de medios, en su organización y en la manera de presentar la información y los contenidos. El Salvador continuó marcado por un conservadurismo de derecha y el dominio que tuvieron las élites a nivel histórico no cambió mucho durante los noventa, lo que sucedió fue un reacomodo y en el surgimiento de otros grupos de poder económico que han ascendido. Las divisiones de clase y la polarización en la sociedad salvadoreña se vieron reflejadas en los medios de comunicación, especialmente, en los dos diarios de mayor circulación El Diario de Hoy y La Prensa Gráfica (Rockwell y Janus, 2003).

			Una de las características del sistema de medios en El Salvador desde los años noventa fue el limitado papel del Estado con relación a las políticas públicas de regulación de medios. En ese sentido, el papel del Estado ha sido dominado y limitado por el mercado, lo que ha contribuido a una concentración oligopólica de los medios informativos en todos los formatos: radio, televisión y prensa. Con el nacimiento de plataformas digitales, o medios nativos digitales, se logró una especie de balance.

			Otra situación que marca a la prensa en los años noventa es la poca capacidad organizativa en gremios. En 1999 se unieron dirigentes sindicales de Centroamérica y México en la ciudad de Guatemala y bajo el auspicio de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) realizaron un diagnóstico sobre la situación de los periodistas en la región en los años noventa. En ese diagnóstico se destacó, por un lado, la poca capacidad gerencial de los gremios de periodistas debido a una falta de planificación de las juntas directivas, un fraccionamiento político que ha tenido como consecuencia la dispersión y la falta de unidad entre el gremio periodístico y, una falta de transparencia de las actividades de quienes los dirigían (Cantarero, 2003).

			Como explica Cristancho (2019) —a pesar del proceso democratizador centroamericano que condujo a grandes logros en materia de libertad de expresión y en la pluralización de medios— El Salvador siguió caracterizándose por un sistema de medios alineados a los intereses económicos y políticos que se debió, principalmente, a que los cambios que se relacionaban con el sistema mediático, no fueron de tipo estructural. De esa manera, seguía habiendo una concentración oligopólica de medios en los que se estandarizó la agenda.

			Lo que sí se logró fue una salida a las agresiones explícitas del Estado que se dieron durante el militarismo y la guerra civil, pero se explica porque los medios eran utilizados empresarialmente y para el beneplácito del Estado y del gobierno de turno, que durante años perteneció al partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y que usaron a los medios para imponer sus agendas particulares (Cristancho, 2019; Pérez, 2018).

			Los cambios en la prensa durante los años noventa se debieron a tres fuerzas (Chamorro, 2002) el impacto de la apertura política hacia la transición democrática, la competencia económica y la tendencia hacia la profesionalización de los periodistas. Esta modernización que tuvieron algunos medios de circulación nacional, se basó, principalmente, en contratar editores extranjeros con perspectivas más críticas y permitió a los periodistas cierta libertad con fuentes y contraste de información, se abrieron nuevas columnas con tendencias más liberales. Esto no necesariamente implicó cambios radicales, sino más bien, una aparente libertad (Wolf, 2019).

			La empresa familiar siguió siendo la naturaleza empresarial de la prensa en El Salvador y seguía estando dirigida a los estratos sociales medio y alto, dado que había un control casi absoluto de las publicaciones por parte de las familias hegemónicas, y el 44% del mercado publicitario se presentaba en los periódicos de mayor circulación El Diario de Hoy y La Prensa Gráfica con el 72.6% de circulación nacional (Becerra y Mastrini, 2009).

			La prensa vio la necesidad de hacer una transición y actuar cada vez menos como un vehículo ideológico tradicional y comenzar a consolidarse aún más como empresas que priorizan la rentabilidad y la sostenibilidad como modelo de negocios para mantener su independencia, esto se tradujo en una modernización tecnológica y en cambios importantes en sus contenidos. Durante finales de los noventa se intentó 'un periodismo más profesional y políticamente menos polarizado; la creación de unidades de investigación, mayor apertura al debate de opiniones, nuevas secciones orientadas al servicio del lector, y una tendencia general hacia el arrevistamiento' (Chamorro, 2002, p. 18).

			A pesar de eso, la tendencia en la prensa es un régimen bipolar con una fuerte competencia de dos diarios en específico. Un mercado de dos periódicos con fuertes identidades, larga trayectoria, capacidad de transformación, pero también con políticas editoriales que apenas se diferencian y, por tanto, se da un pluralismo limitado (Becerra y Mastrini, 2009; Chamorro, 2002; Rockwell y Janus, 2003).

			Además, el contexto de la prensa sería imposible de entender sin tomar en cuenta que, durante el periodo de posguerra, el sistema político de El Salvador se centró en dos partidos políticos, Arena y el FMLN, y la prensa se encargó de proporcionar una cobertura desigual de los candidatos y sus partidos. Esta constante en la cobertura mediática de la época muestra que, si bien el trabajo cotidiano de los periodistas contaba con cierta libertad para reportear e incluso escribir sobre temas que diferían con sus empleadores, había momentos en que la ideología-política seguía cumpliendo una función reguladora sobre noticias y opiniones.

			En este periodo, sobresalen cuestiones como la politización de los medios, las concesiones, la información tendenciosa y la persistencia de sesgos. Si bien, la prensa por sí sola no constituye un garante de los procesos democráticos, puede llegar a contribuir en la consolidación de la calidad informativa, equilibrio de posturas y pluralidad de voces (Becerra y Mastrini, 2009).

			El sistema mediático enfocado en la prensa ha estado dividido en dos grandes bloques, los medios hegemónicos que son propiedad de empresarios y que han estado a favor del sistema político dominante, y los medios públicos con pocos o nulos recursos que durante años estuvieron en el olvido y fueron poco utilizados por los gobiernos como mecanismos de propaganda estatal, hasta que eso cambió en 2019 convirtiéndose en medios estatales para la propaganda gubernamental.

		Hasta este momento de la historia, se puede entender que el conjunto de la prensa resulta ser más competitivo que otros subsistemas como la televisión y la radio, pues se trata de un mercado de bipolaridad en la que hay al menos dos diarios principales que son influyentes para dictar la agenda mediática y pública y que acaparan la mayoría del mercado, pero a partir de la multiplicación de la prensa digital en Internet han comenzado a surgir más competidores.

			Se trata de la consolidación de nuevos proyectos mediáticos que, por algún tiempo, se mantuvieron generando contenido mediático homogéneo a otros canales y luego comienzan a diversificarse y producir su propio contenido con sus equipos editoriales. Existe una naturaleza polifacética en cuanto a medios digitales y medios tradicionales, no se puede pensar en un determinismo tecnológico, pero tampoco se puede obviar que la innovación generada por las tecnologías modificó los procesos, accesos, creación y circulación de la información. La prensa tradicional se mantiene en las manos de las mismas familias que les dieron origen, pero ha surgido una gama de medios en manos de nuevas élites, como menciona Robles-Rivera (2017), se tratan de élites árabes (Saca, Bukele, Salume) y élites del Alba (La Página, Órbita). Pero también han surgido otros medios que no necesariamente son de élites económicas, sino más bien, de personas que en algún momento fueron periodistas o jefes de redacción de otros medios tradicionales.

			Estos nuevos grupos han tenido una serie de implicaciones en el sistema mediático: por un lado, la reducción en la capacidad de influencia de las élites tradicionales, un menor control de noticias falsas, la precarización de las condiciones laborales y una gama más amplia de contenidos. Un estudio de Ávalos (2021) que analizó la prensa digital en El Salvador durante los primeros 100 días de gobierno de Nayib Bukele evidenció que no siempre hay una pluralidad de voces en el tratamiento informativo y que la agenda tiende a estandarizarse o unificarse pues presentan las mismas noticias, la agenda es similar y hay poca variación de contenido o diversificación de este.

			El término 'medios digitales' comenzó a usarse a partir de 1990 y da cabida a la conjunción entre formas culturales que ya existían y a toda una nueva variedad de manifestaciones como sitios webs, hipermedia, interactividad y que con la llegada de Internet en 1995, se da una de las materializaciones más evidentes de la globalización (Manovich, 2005): a partir de ese año es que se lanzan los primeros medios web en varios países y comienza a hablarse de ciberperiodismo, periodismo digital, periodismo online, periodismo multimedia (Salaverría, 2019).

			El auge de medios digitales en El Salvador propicia el surgimiento de noticias falsas que tienen como objetivo la desinformación, la manipulación de la opinión pública, repercuten en la polarización política y erosionan la confianza y credibilidad del sistema de medios, algo que puede llegar a ser una tendencia alarmante en un país con una democracia no consolidada (Wolf, 2009). Según datos del Banco Mundial, para el 2019, 50% de la población salvadoreña usaba Internet7 y la mayoría de los usuarios son jóvenes urbanos de clase media.

			La función política de financiar nuevos sitios que aparentemente son dedicados al periodismo, pero que en realidad suelen presentar noticias con datos falsos o sin comprobar, información tergiversada, alusiones positivas para enaltecer la imagen de algún político o escritos que dañan la imagen de quienes son críticos del poder político (Marroquín, 2020), por eso, a pesar de que hay una alta diversidad de medios digitales, eso no necesariamente implica un contenido periodístico de calidad.

			Dentro de ese universo de medios nativos digitales, en esta sección se hace referencia a cinco que pretenden ser un contrapeso al poder estatal y que evidencian de dónde viene su financiamiento, quiénes son sus directores editoriales y sus creadores: El Faro (1998), Revista Factum (2014), Revista Gato Encerrado (2014-2017), FocosTV (2016), Alharaca (2018).

			Estos medios digitales se mantienen bajo un modelo de financiamiento internacional por fundaciones y organizaciones que tienen como objetivo países en vías de desarrollo y temas que tienen que ver con el fomento a la democracia, a la conciencia del cambio climático, a la equidad de género, a la inclusión y la justicia.

			El tipo de subvenciones que entrega Open Society Foundations, por ejemplo, sigue un enfoque constructivo en el que se crean lazos a largo plazo para apoyar proyectos (periodísticos o de otra índole) que tengan una estrategia y visión de cómo usar su presupuesto de manera efectiva. Otros programas como la Fundación Nacional para la Democracia (NED) o el Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria se encargan de buscar países donde la economía y la política dificultan las operaciones y el ejercicio periodístico de los medios de comunicación, y, por lo tanto, buscan, a través del financiamiento motivar y empoderar nuevas propuestas mediáticas que retomen el control y la responsabilidad de comprometerse con problemas y temas sociales (Banda, 2010; Jurrat, 2011; Moeller, 2009; Nyabuga, et al., 2013).

			En el periodismo de crowdfunding, o crowdfunding en general, las fundaciones son las que hacen la mayor parte de las contribuciones monetarias y aunque eso pueda darle al periodismo cierta autonomía de los poderes económicos y políticos internos al país en el que trabajan, el periodismo de financiamiento colectivo añade una tarea más a las responsabilidades de los periodistas: una búsqueda más activa de información específica y oculta que promueva lo que se conoce como acciones de tipo guidance, surveillance y un trabajo de accountability, en donde un ejercicio de vigilancia del poder, se vuelve fundamental para conseguir y mantener el financiamiento (Jian y Usher, 2014).

			Sin embargo, hay quienes también tienen una visión crítica de este tipo de financiamiento que viene de instituciones elitistas y con enfoques tecnocráticos del cambio social y no se puede dar por sentado que las fundaciones representan una forma de dirección más limpia y menos caprichosa que otros intereses comerciales (Arnove y Pinede, 2007; Browne, 2010).

			
				 
			

			Fuente: Elaboración propia a partir de Sembaramedia (2023).

			Se tienen registros de que el primer medio digital en El Salvador y América Latina fue El Faro, publicó por primera vez en mayo de 1998 y sus fundadores fueron Carlos Dada y Jorge Simán. Dada trabajaba en La Prensa Gráfica haciendo coberturas especiales de temas internacionales. El Faro estuvo casi seis años haciendo reportajes y periodismo de investigación con el mínimo de los ingresos, pero sus textos gozaban de calidad y profundidad. El formato narrativo es de largo aliento: crónicas, reportajes, entrevistas e incluso, cine-documental. Y sus temas principales son política, corrupción, seguridad pública, crimen organizado y derechos humanos (El Faro, 2022).

			En el 2014 se incorporaron como accionistas José Luis Sanz y en el 2015 —para darle un carácter colectivo al proyecto— se incorporaron como socios los periodistas Sergio Arauz, Daniel Valencia, Óscar Martínez, Carlos Martínez, Ricardo Vaquerano y Elmer Menjívar (Dada, 2011; El Faro, 2022).

			En sus primeros años, El Faro, más que un periódico era un conjunto de columnas de opinión y de resúmenes de noticias. Todavía no tenían periodistas, pero sí corresponsales internacionales. En los años siguientes, algunos jóvenes de la Universidad Centroamericana 'José Simeón Cañas', intercambiaron un trato con el fundador, que él les enseñara periodismo y ellos trabajarían sin cobrar un sueldo: 'El Faro no es un modelo replicable. Solo existe gracias a esta extraña fórmula que yo creo que es irrepetible en este momento del mercado de la Internet. Pasar siete años sin ganar un centavo y a puro trabajo voluntario y con chavos de una generación de muy buenos periodistas y además muy comprometidos con su periodismo' (Dada, 2010, párr. 11).

			Este medio se caracteriza por ser de tipo grant y crowfunding, debido a que sus fuentes principales de financiamiento son a partir de Open Society Foundations,8 Fundación Heinrich Böll, y en algún momento recibieron apoyo de ICCO Cooperation, Fundación Friedrich Ebert, HIVOS, Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas y Cordaid, entre otros. También obtienen ingresos de vender publicidad, por lo que sí se califica como una empresa mediática, y de otras actividades como el Foro Centroamericano de Periodismo9 y el programa Excavadores Ciudadanos.10 Se identifican bajo una filosofía de corte liberal (Dada, 2010).

			El Faro se ha dedicado al periodismo de profundidad y con investigaciones como 'Así Matamos a Monseñor Romero'11 escrita en 2010 y en la que se revelan datos sobre el asesinato de Monseñor Romero en 1980. Se trata de una entrevista al capitán Álvaro Saravia quien fue miembro de la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) durante la Guerra Civil. 'El Cártel de Texis' fue otra publicación que logró incidencia pública, escrita en 2011, narra sobre esta organización de narcotraficantes que tuvo como presuntos fundadores a José Adán Salazar Umañan, quien fuera el presidente de la primera división de fútbol de El Salvador; Juan Umaña Samayoa que fue alcalde de Metapán por el Partido de Conciliación Nacional (PCN) y Roberto Antonio Herrera, ex presidente de la Feria Ganadera de Santa Ana. Esta investigación se realizó a partir de un informe policial que inició en el 2000, por tanto, las pesquisas abarcan tres períodos presidenciales: el de Francisco Flores y el de Antonio Saca, del partido Arena y el de Mauricio Funes, del FMLN.12

			Los proyectos especiales de El Faro incluyen investigaciones sobre corrupción (Labrador y Lémus, 2014), Sala Negra (http://www.salanegra.elfaro.net/) que es un proyecto especializado en temas de seguridad pública, crimen organizado y narcotráfico como el caso de la tregua entre el gobierno de Mauricio Funes y las pandillas (Valencia, 2012). Feminismo y derechos humanos como el texto de Aguirre y Nóchez (2017) que narra una serie de casos entre el 2013 y el 2016 sobre la impunidad en cuanto a violaciones a menores de edad a partir de 8,464 denuncias. El Faro también fue el medio que eligió la organización WikiLeaks para entregar los cables exclusivos sobre El Salvador, Honduras y Guatemala.

			Otro medio nativo digital que seguiría bajo la línea del periodismo de profundidad e investigación es Revista Factum. Se definen como una revista digital de investigación y periodismo a profundidad: pasó de tener siete periodistas de planta en el 2021 a 11 periodistas a inicios del 2023. Fue fundada en 2014 por Héctor Silva Ávalos y Orus Villacorta Aguilar. En el 2015 se sumó el periodista César Castro Fagoaga como jefe de redacción. El medio tiene cinco secciones: políticas, cultura, opinión, memoria histórica y podcast (Revista Factum, 2022), y esta última representa una de las mayores diversificaciones de su contenido con ocho programas, algunos permanentes, otros de coyuntura (Cinefilia, Espacio Antivirus, La Azotea, Radio Encerrada, Vestidumbre, El pelo en la Sopa, Grandes Historias y (Re)descrubrimiento) (Revista Factum, 2019-presente). Revista Factum es propiedad de la empresa Factum Media S.A. de C.V., desde 2018, donde ahora los únicos socios son Orus Villacorta y César Fagoaga (Factum Media, S.A de C.V, 2018).

			Orus Villacorta trabajó en la sección de espectáculos de La Prensa Gráfica, El Diario de Hoy y Radio Astral, fundó otros medios alternativos como cincocerosex.com (que ya no está disponible en la web) y trabajó también como periodista y fotógrafo multimedia freelance en México (Revista Factum, 2022). César Castro Fagoaga fue editor en La Prensa Gráfica y coordinador de la Revista Séptimo Sentido, fue jefe de redacción de El Faro y presidente de la Asociación de Periodistas de El Salvador en el período 2021-2022 (APES, 2021; Girón, 2018; Mazariegos, 2021).

			Héctor Silva Ávalos fue gerente de redacción de La Prensa Gráfica y fue diplomático y consejero de la Embajada de El Salvador en Washington durante la presidencia de Mauricio Funes (FMLN), se desligó de este medio debido a las acusaciones que surgieron en 2019 cuando se le vinculó con el empresario Adolfo Salume y por la sospecha de haber recibido pagos de manera irregular durante su trabajo como diplomático (Avelar, 2021).

			Al igual que el proyecto periodístico de El Faro, Revista Factum se financia mayoritariamente por fondos de fundaciones internacionales y programas gubernamentales externos a El Salvador que son destinados al desarrollo del periodismo independiente como en el caso de National Endowment for Democracy (National Endowment for Democracy, 2022), Open Society Foundations (Open Society Fundations, 2022) y el Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (Netherlands Institute fot Multiparty Democracy, 2022).

			El periodismo de investigación que ha realizado este medio le ha ocasionado una serie de ataques gubernamentales, en especial, los que corresponden a la corrupción asociada a los últimos siete presidentes de El Salvador (Zid, 2020). En parte, estos ataques se deben a que los periodistas tienen más libertad para hacer preguntas, en comparación a sus trabajos anteriores en La Prensa Gráfica o El Diario de Hoy; han obtenido y analizado conversaciones de WhatsApp filtradas y que muestran, entre otras cosas, acuerdos entre pandillas, malversaciones de fondos públicos y las coordinaciones de policías para hacer ejecuciones extrajudiciales de pandilleros (Wolf, 2019). Fueron hackeados por Guacamaya Leaks, en el caso de El Salvador.14

			Una de las primeras investigaciones periodísticas de Revista Factum que provocó amenazas de muerte y acoso a los periodistas fue sobre el grupo de élite de la policía salvadoreña que estuvo involucrado en homicidios, agresiones sexuales contra menores, extorsiones y la planeación de ejecuciones extrajudiciales de pandilleros (Avelar y Martínez, 2017), el entonces Vicepresidente de El Salvador, Óscar Ortiz (FMLN) se manifestó ante las amenazas de muerte a los periodistas con la frase 'Hay que tocar madera para que no pase algo con un periodista' (Redacción LPG, 2017).

			Ese mismo año se publicó un texto en el que el presidente Mauricio Funes fue declarado responsable de enriquecimiento ilícito (Romero, 2017). Unos meses después, en 2018, se publicó también un tema que representa uno de los mayores desfalcos de la historia en El Salvador y que fue liderada por el presidente Elías Antonio Saca (Arena) quien desvió 300 millones de dólares de fondos públicos (Avelar, 2018).

			A finales del 2018, se publicó un nuevo trabajo periodístico 'Los audios presidenciales' (Silva y Fagoaga, 2018), que demostraron la alianza entre los dos presidentes —Mauricio Funes y Antonio Saca— para atacar adversarios políticos, comprar documentos y manipular a la fiscalía general de la República en contra del expresidente Francisco Flores.

			A partir del 2019, que Revista Factum comienza a publicar información sobre el presidente Nayib Bukele, es que vuelven a tener hostilidad por parte del gobierno y hostigamiento en redes sociales. A raíz de la investigación sobre Interval S.A de C.V —empresa investigada por lavado de dinero— y que entregó 1.9 millones de dólares a Nayib Bukele cuando era alcalde de Nuevo Cuscatlán (Alvarado, Ávalos, Baires y Silva, 2019).

			En el año 2014, casi por el mismo tiempo que nace Revista Factum, comienzan las pláticas entre Mario Beltrán Mejía y Ezequiel Barrera para fundar una revista que se sumara a los medios de tipo independiente, alejados del financiamiento estatal y publicitario. Revista GatoEncerrado proponía nacer en el espacio digital y especializarse en temas de medio ambiente, género, política y justicia en las que se priorizaran los contenidos a profundidad y el análisis de datos (GatoEncerrado, 2022).

			La revista terminó el proceso legal de inscripción en el 2017 bajo el nombre legal Asociación Juvenil GatoEncerrado Media (Agemedia) y para el año 2022 conformada por diez periodistas. Se definen a sí mismos como una organización de periodistas sin fines de lucro y no como una empresa (GatoEncerrado, 2022). Y su modelo de propiedad no es por dueños, ni accionistas mayoritarios, sino una junta directiva que rige y administra el patrimonio y las finanzas (Sembramedia, 2022).

			Para GatoEncerrado parte de los objetivos para su creación fue la necesidad de proponer al sistema mediático una opción más que compitiera con los periódicos tradicionales y obtener una nueva visión desde la ética periodística y apostar a lo multimedia y las narrativas digitales (GatoEncerrado, 2022). Su financiamiento proviene de la cooperación internacional, inversiones de fondos de asociaciones sin fines de lucro y fundaciones: Fundación Heinrich Boll, Oxfam El Salvador, Open Society Foundation, The National Endowment for Democracy (NED), Seattle Foundation, Ford Foundation y Google News Initiative (GatoEncerrado, 2022).

			El equipo de periodistas es en su mayoría joven, con entre dos y diez años de experiencia en el campo y por eso se le conoce como uno de los medios emergentes de El Salvador. 'Tenemos la obligación de explicarle a la gente qué están haciendo las instituciones públicas, evidenciar el trabajo que realizan y todo aquello que pasa' (Beltrán, 2020, en Orellana, 2020) las historias, reportajes, crónicas tienen el eje transversal de la defensa de los derechos humanos (Orellana, 2020).

			Al igual que El Faro y Revista Factum, los periodistas de GatoEncerrado han recibido hostigamiento y acoso en redes sociales por parte de los seguidores del presidente Nayib Bukele, esto se desencadenó después que publicaran temas que revelan información comprometedora del presidente y su gabinete (Escalante, 2020).

			Una de las investigaciones periodísticas que tuvo como consecuencia la vulneración del sitio web de la revista a través de alertas de hackeo y, luego, con una serie de ataques en redes sociales, acoso y amenazas fue aquella en la que se reveló que el Ministro de Salud, Francisco Alabí, firmó un contrato por 225 mil dólares para comprar botas de hule a una empresa de su familia, que se dedica a vender repuestos para vehículos (Escobar, 2020).

			Al igual que los otros periódicos que se dicen de periodismo investigativo, GatoEncerrado ha publicado investigaciones sobre nepotismo y corrupción desde antes que llegara Nayib Bukele a la presidencia. A principios de 2019, se publicó un reportaje sobre cómo la cancillería salvadoreña nombró en el servicio exterior a 14 familiares de funcionarios de alto nivel, durante los gobiernos de Mauricio Funes y de Sánchez Cerén (FMLN), además de mostrar documentos oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores que confirmaron que la hija del vicepresidente de la Asamblea Legislativa y dirigente del partido Gana, Guillermo Gallegos fue colocada en embajadas y consulados de El Salvador (Gavarrete, 2019).

			Una de las apuestas de GatoEncerrado, que no tienen los otros medios, es la sección 'Ojo de Gato', en la que verifican el discurso público de diferentes instituciones. Este proyecto surge para hacerle frente a noticias falsas o sospechosas a través del mecanismo de fact cheking y que es financiado por la Fundación Seattle. Una vez analizado el material, el medio lo clasifica como verdadero, falso, engañoso, contradictorio y fuera de contexto (GatoEncerrado, 2022).

			Para que el trabajo periodístico pueda esclarecer hechos es condición indispensable una independencia política; sin embargo, esto no quiere decir que haya una independencia absoluta debido, a que el trabajo informativo de la profesión es estrictamente político, todas las operaciones subjetivas y lógicas para la elección de temas, procesos de jeraquización de los hechos y el enfoque responden a un proceso inherentemente político. Pero, con el surgimiento de una diversidad de medios de esta categoría, la autonomía mediática de los poderes estatales bien podría existir, no desde una visión apolítica, sino desde una visión del profesionalismo.

			En el año 2016 se fundó otro medio digital que le apuesta al periodismo de investigación y de profundidad. Este medio se especializó en contenido audiovisual, por lo que en formato tiene algunas diferencias a El Faro, Revista Factum y GatoEncerrado. FocosTV fue fundado por Saúl Hernández y, hasta el 2022, con Karen Fernández como directora editorial. Publican reportajes, entrevistas, infografías y semanalmente son transmitidas por sus plataformas digitales (Focostv, 2022).

			El financiamiento de FocosTV es de tipo híbrido e incluye toda una serie de estrategias de mercado diversificadas. Donaciones de la cooperación internacional como Hanns Seidel Stiftung Centroamérica y la Unión Europea en El Salvador. Además, venden espacios publicitarios en sus plataformas y ofrecer servicios de producción audiovisual para ONG, embajadas, universidades y agencias de cooperación (FocosTV, 2022).

			Saúl Hernández Alfaro, fundador de FocosTV, fue productor y conductor de contenidos informativos en el Canal TVX del 2012 al 2016. Este canal era propiedad de la compañía Starlight, empresa de comunicación audiovisual, que sería importante en el ascenso político de Nayib Bukele. Esta empresa se benefició de parte del dinero que Interval desembolsó para Bukele (Alvarado, Ávalos, Baires, y Silva, 2019). También trabajó como Asesor de Comunicación Estratégica en el Ministerio de Relaciones Exteriores en el periodo de Sánchez Cerén y fue Gerente de Producción y Director Ejecutivo de Canal 33 (Hernández, 2022).

			FocosTV comenzó a transmitir la sección de entrevista en Canal 33, televisión abierta, en 2017 y tenían un horario estelar de domingo por la noche. El objetivo principal fue crear un espacio de entrevistas enfocadas en política nacional (Canal 33, 2017); el programa de entrevistas estuvo al aire por tres años. En el 2020 publicaron una investigación sobre los fondos de las tiendas de los centros penales donde documentaron la falta de rendición de cuentas de Osiris Luna (Sandoval, 2020) y luego una entrevista con el vicepresidente Félix Ulloa que fue cuestionado por el proceso de reformas a la constitución (Redacción FOCOS, 2020).

			Estos dos episodios crearon en Saúl Hernández y en Karen Fernández el temor a ser censurados o bajados de la televisión abierta, pero eso no sucedió (Flores y Valencia, 2021). Sino que fue hasta el 2021 que el Canal 33 decidió sacar del aire al programa, el argumento fue verbal, en el que afirmaban que la salida era por un cambio de contenidos hacia una tendencia más cultural y educativa (Avelar, 2021), pero los propietarios de FocosTV intuyen que podría haber un mandado del ejecutivo y presiones del gobierno:

			Saúl Hernández: El argumento fueron los contenidos culturales, pero al menos no hubo una evidencia verbal, mucho menos escrita. Ahora, sí hay algunos hechos que no implican a Focos, pero sí al canal, de conocimiento público, como el desembarco de unos alimentos en una sede de Cambio Democrático, que compartían con una organización de veteranos. Sé que esa publicación representó un ruido en Casa Presidencial. Sofía Medina (secretaria de Comunicaciones) y Ernesto Sanabria (secretario de Prensa) tuitearon asegurando que habíamos mentido. (Flores y Valencia, 2021)

			FocosTV sigue produciendo investigaciones periodísticas en forma de notas, reportajes, podcast y entrevistas en video que están alojadas en la cuenta de YouTube del medio (FocosTV, 2022). Entre sus periodistas están Gabriela Castellón, Andrés Dimas y Claudia Palacios.

			Alharaca es otro medio digital que se ha enfocado en el periodismo de profundidad y de investigación. Es el medio más nuevo y vio la luz en 2018. Fundado por Laura Aguirre y Jimena Aguilar como medio digital feminista con una línea editorial que promueve la igualdad de género y se dedica a publicar temas sobre mujeres, hasta el año 2022 tenían un equipo de 13 mujeres, entre ellas las fundadoras y se sumó como editora general Mariana Belloso (Alharaca, 2022), una reconocida periodista especializada en temas económicos y que se valió de una serie de ataques por parte de Nayib Bukele en el 2019 (Velásquez, 2022)

			En el 2017 aplicaron al premio Idea, de Planned Parenthood Global de los Estados Unidos con el proyecto transmedia 'Sexo Sinvergüenza', este sitio fue pensado para que jóvenes latinas y sus padres conversaran sobre salud sexual y reproductiva15. El objetivo de este programa era ser lanzado para el público salvadoreño, pero no lograron espacio en ningún medio de comunicación, porque la entidad financiante apoya el aborto, por eso, sus fundadoras decidieron que crearían su propio medio, así nace Alharaca.16

			Las investigaciones periodísticas de Alharaca son fundamentalmente enfocadas a los derechos de las mujeres y la temática del género y LGBTI+, como la salud reproductiva (Escobar, 2021), las mujeres migrantes (Aguirre, 2020), las desventajas salariales de mujeres (Trejo, 2021), la desaparición de mujeres (Aguilar, 2020).

			Estos son algunos de los medios digitales que han trabajado bajo la noción de periodismo de investigación en El Salvador. Este tipo de periodismo se ha definido por su capacidad de ofrecer a la democracia la posibilidad de que el poder rinda cuentas. El periodismo de investigación, no solo en El Salvador, se distingue porque publica información sobre temáticas que pueden afectar el interés público y no suele ser realizado por reporteros independientes, sino por equipos compuestos por jefes de información, asesores jurídicos, analistas de estadísticas y personas con conocimientos de acceso a la información pública, entre otros.

			Desde la creación de espacios como 'Vértice', de El Diario de Hoy, y 'Enfoques', de La Prensa Gráfica es que se comenzó a perfilar una idea más específica del periodismo de investigación: publicaciones que conllevan temas trabajados a profundidad. Sin embargo, la prensa sigue respondiendo a intereses propios o de terceros (financistas), a líneas editoriales y rutinas periodísticas. Existe una postura política ante la coyuntura y así como puede crear el espacio propicio para vincular a funcionarios con determinados delitos, también puede crear espacios de juicios precipitados para manejar la opinión pública.

			Existe un conjunto de medios digitales caracterizados por su rapidez informativa, explotan la prontitud para informar sobre los hechos; sin embargo, la procedencia de su financiamiento es poco clara. Muchos de estos medios se han usado como aparatos de desinformación.

			En el montaje de Órbita TV participó Jorge Hernández, ex presentador del programa Frente a Frente de TCS, y después adquirió el portal La Página. Fue capturado en 2017 por lavado de dinero.17 Ahora, tanto Grupo Órbita como La Página son administrados por el Consejo Nacional de administración de Bienes (CONAB) tras ser confiscado a Hernández. El CONAB administra 13 estaciones de radio y otras empresas del expresidente Antonio Saca.18

			Diario 1 es propiedad de Fito Salume, un empresario que tiene un extenso entramado de empresas y en muchas ocasiones usa estos medios para apuntar a sus rivales comerciales. Además de ser fundador de este medio también es propietario de Mister Donut, es dueño de Molsa, una de las principales harineras que ha controlado más de la mitad del mercado.19

			
				 
			

			Fuente: elaboración propia a partir de fuentes primarias y secundarias.

			La Britany es otro portal de noticias que se califica a sí mismo como un líder de noticias virales. El editor de contenidos de este medio afirmó en una entrevista a Revista Factum que publican notas virales o notas a la medida y que fueron una parte importante durante la candidatura de Nayib Bukele. El portal La Britany nació y adquirió su dominio en la web en 2017 y desde hace tres años sube, en su canal de YouTube, contenido en favor de Nayib Bukele y su gobierno.20 Su editor menciona que no es periodista y que su portal se encarga de darle a la gente lo que le gusta, sean estas noticias comprobadas o sin comprobar (Baires, 2019).

			En algunos casos, estos medios son usados como cajas de resonancia de la propaganda gubernamental, con el objetivo de fortalecer una narrativa afín al gobierno y obstruyendo el trabajo del periodismo crítico. El gobierno de Nayib Bukele tiene a su disposición Diario El Salvador, Radio El Salvador, Cadena Cuscatlán, Canal 10, Televisión y Radio Legislativa, además de los administrados por el Conab: Grupo órbita y Grupo Sámix (Valencia, 2021).

		En este artículo se realizó un recorrido histórico, no del sistema de medios completo de El Salvador, sino solamente de la prensa y de los primeros periódicos digitales que vieron la luz. Estos medios nativos digitales y de corte investigativo que se enfocan a producir reportajes y no nota informativa, han condicionado la manera de entender la prensa y el periodismo en la actualidad salvadoreña.

			Se evidenció, además, el proceso corporativista que tuvo la prensa y las alianzas político-económicas que la han caracterizado; esto, con el fin de entender la situación actual del periodismo en relación con el poder político y la figura de Nayib Bukele, puesto que este trabajo aquí presentado, responde a una investigación mayor de tesis doctoral. Este recorrido histórico y contextual, permitió analizar los efectos que conllevó la concentración mediática en el debilitamiento de la democracia, en la falta de regulación y en la poca pluralidad de voces, la falta de un profesionalismo y autonomía que han repercutido en el periodismo de tipo independiente que intenta ganar un espacio en el discurso público pero que ya se encuentra consolidado.

			Cuando se dice 'consolidación', la autora se refiere a la capacidad que han tenido estos cinco medios de mantenerse trabajando y publicando constantemente por varios años. El espacio digital propicia el surgimiento de un gran número de portales y medios, pero también se puede cuestionar su estabilidad en cuanto a publicación, equipo, mantenimiento. Si bien, no se puede decir que una consolidación dependa solo de los años que estos medios han estado en línea, sino que hay otros factores como los efectos y el reconocimiento tanto nacional como internacional de estos medios, el hecho de que sus mecenas sigan financiando su periodismo de manera periódica, los premios internacionales que han ganado, los efectos sociales, políticos y culturales que tienen en El Salvador, la estabilidad de sus equipos de periodistas, la diversificación de sus contenidos y secciones, las alianzas que han creado con medios de la región, entre otros.

			En el caso salvadoreño estos medios digitales y los periodistas que trabajan en ellos son los que han recibido amenazas, amedrentamiento, agresiones, difamación y violencias por parte de los gobiernos, si bien los casos más virulentos han sido en el periodo de Nayib Bukele, debido a que esas violencias han tenido un espacio mayor en la discusión y debate público, no quiere decir que en los momentos anteriores —cuando gobernaba Arena y el FMLN— no estuvieran presentes dichas vulneraciones.

			Los mecanismos de control político que el gobierno de Nayib Bukele ha impuesto sobre este sector del periodismo va desde la regulación de la pauta publicitaria estatal, la ausencia de declaraciones, entrevistas o espacio directo para contestar preguntas de los periodistas que trabajan en estos medios; cierre de espacios de debate en televisión abierta como le sucedió a FocosTV, persecución fiscal como en el caso de El Faro; hackeo y censura a equipos de Revista Factum, uso del malware de Pegasus para el espionaje de periodistas, discurso de odio en televisión abierta y redes sociales. Estos mecanismos de control también podrían ocupar otro análisis completo.

			Seleccionar, sistematizar y describir las fuentes para abonar a la historia de los medios es de suma importancia para reconstruir y aportar elementos de la historia del presente, en especial porque se trata de una realidad cambiante y veloz debido a las tecnologías y a la conectividad que incluye cambios en las rutinas periodísticas, en los formatos y en la forma en que se consume el contenido. Desde una visión como fenómeno social, contar la historia de medios como los aquí citados permite entender el trabajo que tiene el periodismo en la evolución de la sociedad y su rol de actor político, en especial porque se trata de un periodismo de investigación que pretende aportar a la democracia y a la construcción de una sociedad más informada.

			En este caso se indagó poco en las motivaciones, retos y particularidades que tuvieron los directores de cada medio en el proceso de creación, mantenimiento y consolidación, temáticas que se debatieron en entrevistas con la autora, pero que dan un amplio material para otros textos. Uno de los principales retos fue la falta de un plan de negocios estructurado que permitiera mantener un equipo de redacción estable y a largo plazo, el segundo reto fue la itinerancia de personal que debía trabajar en dos o más medios para poder sobrevivir; en tercer lugar, luchar en un país donde todavía hay una amplia brecha digital que separa a la población no en acceso al Internet, sino en materia educativa para consumir contenidos periodísticos de calidad. Sin duda, esos son elementos necesarios para tomar en cuenta en un próximo trabajo.

			A nivel teórico se puede argumentar que tanto la noción de género periodístico (Periodismo de investigación) y el rol del periodista (vigilante o watchdog) están íntimamente ligados. Si bien se trata de dos aspectos diferentes, para estos medios digitales y la manera cómo llevan a cabo su trabajo deja ver las líneas de intersección. Para el caso específico de El Salvador, se podría decir que el periodismo de investigación es aquel ejercido por personas periodistas que se identifican a sí mismas como vigilantes del poder y por lo tanto, asumen las consecuencias que eso implica.

			Se puede decir que el periodismo de investigación y por lo tanto las personas periodistas que se identifican con el rol de vigilante, son las que tienen una relación de tipo adversarial con el gobierno, esto es así, por las tensiones que se desencadenan a partir de la revelación de casos de corrupción y la puesta en común de información que el gobierno ha deseado mantener oculta. Estas investigaciones periodísticas son uno de tantos factores por los cuales el poder político —en este caso encabezado por Nayib Bukele— ha construido como un adversario al periodismo.

			Sánchez-Ruiz (1992) propone un mínimo de siete mediaciones que orientan, contribuyen y/o configuran los procesos de creación y de mantenimiento de los medios. Ningún medio es determinado por un solo factor y eso se pudo evidenciar en este texto.

			La mediación económica es quizá una de las principales, debido a que estos medios si bien tienen un sentido de servicio social se han introducido en un sistema de financiamiento ad hoc para lograr sostenibilidad, por un lado, y autonomía por otro. Autonomía desde la concepción de la profesionalización del periodismo, puesto que este tipo de financiamiento que no depende solamente de la pauta publicitaria, ni tampoco de la pauta estatal, da la oportunidad de trabajar bajo estándares decididos dentro del gremio y no a causa de influencias externas.

			Si el modelo corporativista hacía que los medios respondieran a intereses económicos y/o políticos, el modelo de tipo grant o crowdfunding les proporciona cierta libertad y los financistas no tienen ni voz, ni voto dentro de la agenda del medio. De esa manera, en el caso de El Salvador y de estos medios digitales en específico, se agrega un elemento más a la relación periodismo de investigación —rol vigilante, la autonomía de intereses externos—.

			Esta mediación se relaciona con la mediación de la organización, puesto que la autonomía externa también influye en la interna y en la capacidad de cada periodista de buscar y escribir sus propios temas. Además, dos de los medios no tienen una sala de redacción como tal y, la mayoría de ellos utiliza las videoconferencias para sus reuniones editoriales. Faltarían más estudios sobre rutinas y sobre las dinámicas internas que rigen a estos medios.

			En cuanto a las mediaciones políticas, estos medios se enfocan más en una relación adversarial que de mutua dependencia, es decir que ni los políticos los utilizan como un canal de difusión, ni a los medios les interesa un discurso complaciente de las políticas y acciones gubernamentales y, por eso, la relación se basa más bien en el conflicto y la polémica constante y no en redes clientelares.

			Desde una mediación cultural, este tipo de periodismo basado en largos reportajes, crónicas y recursos digitales posibles que complementan el discurso (podcast, infografías, videos, materiales interactivos) proporcionan un completo entramado para producir el sentido social a partir de diversas temáticas que van más allá de la política: memoria histórica, pandillas, migraciones, las intersecciones del género en el ámbito económico, las voces de minorías y colectivos, entre otras, que podrían —porque todavía faltan investigaciones al respecto— contribuir al cuestionamiento y reconstrucción de los imaginarios sociales de El Salvador.

			Desde la mediación tecnológica, estos medios sentaron las bases para una nueva manera de producir y consumir periodismo en El Salvador, eliminar totalmente el papel y trabajar solo en la Web fue la apuesta y en ella se mantuvieron. Esta mediación se relaciona con las últimas dos, la expresiva porque los mensajes mismos han tenido que adaptarse a la dinámica digital y la realidad que eso implica: la hipermediación, la simultaneidad, la ubicuidad, la velocidad, entre otras y por ende, eso modifica la mediación de recepción que implica la forma en cómo se consume ahora el periodismo, pero todavía quedan preguntas para conocer sobre el reconocimiento y apropiación que hacen las personas de este periodismo que suele presentar materiales densos, extensos y complejos.

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